El Discipulado A través del Sacerdocio de todos los Creyentes

Los Básicos Celulares

Por Joel Comiskey

2014

Tomado del capítulo 4 de Haciendo Discípulos en la Iglesia del Siglo Veintiuno

Hace poco hablé con un grupo de líderes de una denominación más antigua sobre el ministerio celular. Varios expresaron incredulidad cuando hablé sobre capacitar a los miembros en los grupos de los hogares. La división potencial que esto podría causar les consternó. Su punto de vista de la iglesia estaba estrechamente vinculado con sus edificios.

Durante uno de los recesos, un pastor se me acercó para preguntarme sobre el ministerio celular y para que le recomendara un libro que le pudiera ayudar a comenzar a trabajar con nuevos grupos. Le pregunté qué estaba planeando hacer, y él me dijo que planeaba iniciar cuatro grupos en los hogares, de cuatro diferentes miembros. Me quedé impresionado con su idea, pero mi actitud cambió rápidamente a medida que me daba más detalles.

Dijo que cada uno de estos cuatro grupos sólo se reuniría una vez cada tres meses y que él, el pastor, ¡dirigiría a cada grupo! En la conversación quedó claro que no confiaba en los miembros de la iglesia para trabajar con los grupos. Estaba convencido que él, el ministro, era el único que podía dirigir a estos grupos, ¡incluso si sólo se reunían cuatro veces al año!

Algunos pastores, como el mencionado anteriormente, creen que ellos son los responsables de hacer la obra del ministerio, en lugar de preparar a los miembros para esto. Ellos no están dispuestos a ceder su autoridad a otros, a pesar de que Efesios 4:11-12 es muy claro al decir que la función principal del pastor / maestro es preparar a los miembros para la obra del ministerio.

En muchas ocasiones he escuchado a pastores hablar de los peligros de permitir a líderes, (miembros) que no reciben remuneración, hacer la obra del ministerio a través de los grupos celulares. Tristemente, la atención se centra siempre en las consecuencias desastrosas, y no en el potencial para el crecimiento del discipulado. Podemos aprender mucho de Jesús y los apóstoles que confiaron en el Espíritu Santo para guiar y dirigir al nuevo liderazgo. [i] Bill Hull, pastor y autor prolífico en el tema del discipulado, escribe: “El sacerdocio del creyente implica que los cristianos tienen la autoridad y la responsabilidad de ministrar a Cristo como el sacerdocio tradicionalmente lo hizo. Si tu unes el sacerdocio del creyente con el llamado que tiene el creyente para el ministerio, tienes las razones suficientes para enseñar que todo cristiano está llamado al servicio cristiano”. [ii] Dios dijo a través de Moisés: “Deja ir a mi pueblo”. Así como fue cierto en aquella época, es igualmente cierto hoy en día. Dios quiere que su pueblo sea libertado. Él quiere que ellos aprendan a ser discípulos mientras ministran a otros.

Todos son Ministros

El sacerdocio de todos los creyentes se remonta a los tiempos bíblicos. Juan el apóstol escribió: “Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder

por los siglos de los siglos! Amén”. (Apocalipsis 1:5-6)

El cristianismo primitivo veía a cada miembro de la iglesia en la casa como ministro. El ministerio fluyó de forma natural a través de los dones del Espíritu en el ambiente del hogar, y el desarrollo del liderazgo era sencillo y dinámico. El liderazgo se basaba en los dones dados por Dios, en lugar de una rígida jerarquía litúrgica. El sacerdocio de todos los creyentes era la norma en la iglesia primitiva, y por esta razón la iglesia primitiva se extendió rápidamente. Gilbert Bilezikian escribe:

En unas pocas décadas, el movimiento de la iglesia primitiva se extendió como pólvora a través del mundo antiguo. Uno de los secretos de esta rápida expansión fue la participación total de los miembros en los ministerios de las iglesias locales. . . El libro de los Hechos y la mayoría de las cartas del Nuevo Testamento están impregnados con la euforia y la vitalidad de las iglesias en las que todo el mundo estaba involucrado en la vida del Cuerpo y el Ministerio. En circunstancias normales, por lo tanto, el apóstol Pablo estaba más interesado en animar a los cristianos a ministrarse los unos a los otros, y juntos, que en establecer órdenes jerárquicas para que se gobernaran.[iii]

A medida que la Iglesia avanzó más allá del primer siglo, la creciente autoridad del obispo concentraba cada vez más poder en las manos de figuras de autoridad centralizadas encargadas de grupos cada vez mayores de creyentes. [iv] La pluralidad y la igualdad de liderazgo dieron paso a un arreglo jerárquico en el que los obispos se convertirían en la figura central, seguidos de los presbíteros (quienes más tarde se convirtieron en sacerdotes) y diáconos.

Al pasar los años, la Iglesia se hizo más y más jerárquica. La gente no podía ir directamente a Dios, sino que sólo a través de los sacerdotes se accesaba a Dios. Sólo ciertas personas tenían acceso a la Biblia. Lutero causó una grieta dentro de la estructurada Iglesia Católica mediante el establecimiento de la predicación de la palabra como el punto central en la vida de la iglesia.

Lutero expuso los abusos de la Iglesia mediante la enseñanza de la Biblia y posteriormente traduciéndola al alemán, para que cada creyente pudiera juzgar por sí mismo lo correcto y lo incorrecto. Una de las doctrinas fundamentales que Lutero recobró fue la del sacerdocio del creyente, que afirmaba que cada creyente podía leer la Biblia, entender el significado llano de las Escrituras, tener acceso igualitario a Dios, y servir y ministrar a todo el cuerpo de Cristo. El sacerdocio del creyente enseñaba que todos los cristianos eran sacerdotes, lo cual estaba en completa oposición a la idea de una aristocracia espiritual o jerarquía dentro del cristianismo

Lutero ayudó a liberar a la iglesia doctrinalmente, pero hizo poco en el campo de la eclesiología (estudio de las prácticas de la iglesia). Él, junto con Zwinglio y otros reformadores, no pudieron animar a otros a practicar el sacerdocio detodos los creyentes. Ellos necesitaban la protección del gobierno y la estabilidad de todo el estado para abrazar sus reformas, y su éxito dependía de que todos en el estado se convirtieran automáticamente en protestantes. En otras palabras, había muy pocas opciones sobre la participación de la iglesia ya que toda la nación tenía que unirse a la iglesia. El sacerdocio de todos los creyentes tenía poca aplicación práctica en la iglesia estatal

Algunos querían llevar elsacerdocio detodos los creyentes a su conclusión lógica. Ellos fueron llamados los “hermanos radicales” y creían que sólo los creyentes verdaderamente nacidos de nuevo debían reunirse para adorar y recibir el bautismo de adultos. Estos creyentes radicales sentían que cada adulto creyente era un verdadero ministro, que debían tener el derecho de formar grupos pequeños, y ejercitar los dones espirituales dentro del grupo pequeño. Resumiendo la situación, Nigel Wright dice lo siguiente:

Es importante hacer hincapié en que el problema real entre Zwinglio y los hermanos radicales no era el bautismo, sino la naturaleza de la iglesia. Zwinglio estaba queriendo reformar la iglesia, pero (así como Lutero ya lo había admitido y como Calvino estaba por hacerlo) aceptó sin cuestionar el concepto del Estado sacral que había heredado y que había prevalecido desde el Edicto de Milán en el año 311, cuando el cristianismo fue oficialmente tolerado, para convertirse con el tiempo en la religión oficial del Imperio.[v]

Reformadores como Lutero, Zwinglio y Calvino hicieron una enorme ruptura con la tradición de la iglesia y con la doctrina, pero los hermanos radicales llevaron las nuevas reformas más lejos. Ellos querían hacer verdaderos discípulos a través de la iglesia de un creyente, en lugar de actuar como que si todos los nacidos en una zona geográfica determinada formaban parte de la iglesia de Cristo, lo cual se determinaría más tarde por medio de la predestinación.

La reforma radical se acerca más al cristianismo del Nuevo Testamento, porque prioriza el sacerdocio de cada creyente. Sea cual sea la tradición confesional de una persona, ¡todos tenemos que ser reformadores radicales! La reforma radical enseña sobre la necesidad de practicar las doctrinas bíblicas de una manera que enfatiza en que cada persona es un ministro y cada creyente un discípulo de Jesucristo activo, al igual que lo era la Iglesia primitiva.

Las iglesias en las casas del siglo primero esperaban que cada creyente ministrara en el entorno de la iglesia en la casa. La iglesia celular hoy en día, al igual que la iglesia primitiva, es un llamado a la reforma radical. Es un regresar al cristianismo del Nuevo Testamento para abrazar la exhortación del apóstol en el último libro de la Biblia: “Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén”. (Apocalipsis 1:5-6).

Participación Activa

Un principio importante del sacerdocio detodos los creyentes es la participación. En otras palabras, todos los miembros de la Iglesia de Cristo deben estar involucrados en el uso de sus dones y talentos.

El ministerio celular está en contra de la idea de que el pastor principal o ministro haga casi todo el trabajo, mientras la congregación se sienta sólo a escuchar —y tal vez a participar en algunos programas. El énfasis en ser sólo espectador en muchas iglesias socava el discipulado, porque sólo unos pocos participan, mientras que la mayoría simplemente asiste.

La situación se parece mucho a los fans inactivos en un partido de fútbol que están animando a los jugadores sudorosos en el campo. Los jugadores están haciendo todo el trabajo, mientras que los aficionados simplemente observan y aplauden. Elton Trueblood una vez dijo:

Todos sufrimos de una terrible enfermedad en nuestras iglesias. Se llama Spectatoritis. Hablamos de la congregación como si fuera el público. No somos el público, somos los actores. . . Si creemos sinceramente en el Evangelio, tenemos que creer que Dios tiene una vocación para cada uno de nosotros. El secreto está en la participación, participación, participación.[vi]

La participación es en el núcleo de la célula. Nadie se sienta en el asiento de atrás. Las sillas no están dispuestas en filas. Mientras las personas comparten sus historias, piden oración, y ministran a otros, son transformados en el proceso. Se convierten en los ministros y crecen como discípulos de Cristo. Los mejores líderes de células, de hecho, son facilitadores. La palabra facilitar significa hacer las cosas fáciles, y los mejores facilitadores hacen que les sea fácil a otros participar. Ellos desenvuelven los dones y talentos de los que están en el grupo. Los mejores facilitadores, de hecho, sólo hablan el treinta por ciento del tiempo y animan a los del grupo a hablar el restante setenta por ciento. Hablar, por supuesto, es sólo un aspecto de la vida celular. La participación significa algo mucho más amplio e implica la participación activa en cada parte del grupo celular.

A menudo les cuento a los de mis seminarios que el secreto mejor guardado de los pastores es que el pastor crece más que los de la congregación. ¿Por qué? Porque el pastor madura mientras depende de Dios para predicar, aconsejar, visitar a los enfermos, prepararse para un funeral, o casar a una pareja. El discipulado, en otras palabras, se lleva a cabo cuando el pastor depende de Dios para cada aspecto del ministerio pastoral. Si los pastores pudieran comprender que el crecimiento llega a través de la participación, hicieran mucho más para que la gente participara activamente en el ministerio, y creo que el patrón del Nuevo Testamento del ministerio de casa en casa es la mejor opción.

Esta es una razón principal por la que Jesús escogió la atmósfera de grupos pequeños para impartir conocimiento a sus propios discípulos. Cristo quería que la información fuera diseminada en la vida de sus discípulos, por lo que mientras caminó con ellos todos los días durante tres años, no sólo les enseñó, sino que les pidió que interactuaran y pusieran en práctica sus enseñanzas. A veces Jesús les permitiría cometer errores con el fin de enseñarles lecciones importantes y ofrecerles la aplicación práctica de sus enseñanzas. Jesús, por ejemplo, le permitió a Pedro caminar con él sobre las aguas. Jesús sabía que iba a hundirse en el proceso, pero que también aprendería valiosas lecciones (Mateo 14:29). Los discípulos trataron de echar fuera un demonio y no pudieron, pero después Jesús les dio instrucciones importantes acerca de qué hacer la próxima vez (Marcos 9:18). Los discípulos estaban convencidos de que Cristo establecería su reino allí mismo en esa época, pero Jesús les enseñó acerca de su guía invisible, el Espíritu Santo (Hechos 1:7-8). El método del discipulado de Cristo fue una constante interacción entre escuchar, hacer, fallar, aprender, y luego enseñar nuevas lecciones. Cristo no sólo practicaba esta metodología con sus discípulos, sino que esos mismos discípulos formaron iglesias en las casas que seguían el proceso de participación del grupo.

Las células efectivas y los líderes de células hacen discípulos de la misma manera en que Jesús los hizo. Animan a todos a participar, sabiendo que el discipulado ocurre cuando todo el mundo está practicando el sacerdocio de todos los creyentes. La célula es lo suficientemente pequeña para movilizar a cada persona. La participación en un grupo de más de quince puede causar miedo y resistencia. Pero cuando el grupo es pequeño e íntimo, las personas todavía pueden sentir cara-a-cara la participación de cada persona.

Caminando sobre las Aguas

Roland Allen (1868-1947), un ministro anglicano y misionero en China, se dio cuenta que la obra de Dios a menudo se veía obstaculizada por no confiar en que el Espíritu Santo puede trabajar a través de la gente común. Comenzó a estudiar la vida del apóstol Pablo y se dio cuenta de que Pablo desarrollaba a los miembros con rapidez y eficacia porque él confiaba en la obra del Espíritu Santo en sus convertidos. Allen escribe: “Pablo tenía tanta fe en que Cristo y el Espíritu Santo moraban en la iglesia que no retrocedía ante los riesgos. Incluso cuando los gálatas cayeron presa del legalismo del judaizante, no vemos que Pablo tratara de cambiar su método de plantación de iglesias”.[vii] Pablo, en otras palabras, entendía su potencial de equivocarse, pero también sabía que la inactividad no era la respuesta. Pablo sabía que al iniciar las iglesias en las casas donde las personas experimentarían el ministerio cara a cara y luego confiar en el Espíritu Santo a través de cada persona era esencial para hacer discípulos que hicieran discípulos.

Si no somos capaces de permitir que el Espíritu Santo estimule a las personas, les hacemos un perjuicio. En realidad, estamos siendo un obstáculo para que la persona sea todo lo que Dios quiere que él o ella sea. Permitirle a las personas a participar activamente en la obra de Dios es arriesgado, y sí, no siempre seremos capaces de controlar lo que ocurre. Pero esta es la esencia misma de la confianza que debemos tener de que el Espíritu Santo obre profundamente dentro de la gente, aunque sea complicado. Roland Allen escribe: “Cuando hablo de la expansión espontánea me refiero a algo que no podemos controlar. Y si no podemos controlarlo, debemos, creo yo, regocijarnos de que no podemos controlarlo. Porque si no podemos controlarlo, es porque es demasiado grande, no porque es demasiado pequeño para nosotros. Las grandes cosas de Dios van más allá de nuestro control”.[viii]

El apóstol Juan recordó a cada miembro de la iglesia en la casa sobre la unción del Espíritu Santo. Él dijo: “En cuanto a ustedes, la unción que de él recibieron permanece en ustedes, y no necesitan que nadie les enseñe. Esa unción es auténtica —no es falsa— y les enseña todas las cosas. Permanezcan en él, tal y como él les enseñó”. (1 Juan 2:27). Muchas iglesias dudan en comenzar a trabajar con células porque tienen miedo que los miembros puedan socavar la iglesia o alejar a los discípulos del ministerio. Pero el peligro de estancamiento conlleva riesgos mucho más graves. El riesgo de no liberar a los miembros es la inactividad, la falta de crecimiento, y una iglesia atrofiada. Es lo contrario de hacer discípulos que hacen discípulos. Tomase riesgos es normal y es la forma en que las personas maduran y crecen. Escuchen a Henry Cloud y a John Townsend cuando escriben sobre tomar riesgos en su best-seller, Límites:

El pecado que Dios reprende no estriba en tratar y fallar, sino en fallar en no tratar. Tratar, fallar, y tratar nuevamente, a esto se le llama aprendizaje. Fallar en no tratar no traerá ningún buen resultado, e intentar de nuevo se llama aprendizaje. A falta de probar no tendrá buen resultado; el mal triunfará. Dios expresa su opinión acerca de la pasividad en Hebreos 10:38-39: “Pero mi justo vivirá por la fe. Y si se vuelve atrás, no será de mi agrado”. … Volver atrás es intolerable para Dios, y cuando entendemos cuan destructivo es para el alma, podemos ver por qué Dios no lo tolera.[ix]

Los miembros de la célula y los líderes crecen hasta llegar a ser como Jesús, al salir y ejercitar su fe. Sin hacer eso, la persona no va a crecer a su máximo potencial. Probar y fallar es la manera de aprender y crecer, y madurar. El temor a equivocarse ha hecho que muchas iglesias asfixien el trabajo de los miembros a través de un sinfín de requisitos y niveles de organización. Las iglesias y agencias misioneras han hecho esto durante años.

¿Qué significa esto en la práctica? Significa la movilización de cada miembro de la célula a participar—sin forzar a la gente en contra de su voluntad. Uno de los miembros puede llevar el tiempo de oración, otro dirigir la adoración, otro guiar las dinámicas rompe hielo, mientras que otra persona puede llevar el tiempo de acercamiento. Las mejores células tienen equipos de liderazgo que no dependen siempre de un líder para facilitar la lección. Yo estaba en una iglesia celular que veía a los líderes de célula como supervisores de los que dirigían el tiempo de la lección. En otras palabras, el líder de la célula estaba siempre presente en la célula, pero diferentes miembros se rotaban para dar la lección. El líder de la célula ofrecía retroalimentación y estímulo. Los grupos de células en esta iglesia en particular también rotaban a los anfitriones, para que todo el mundo tuviera la oportunidad de abrir su casa para el grupo. Podía sentir la salud, porque sentí que se estaban formando discípulos a medida que cada persona participaba.

Algunas iglesias celulares también animan a sus líderes a realizar las tareas pastorales en las reuniones más grandes. Los líderes celulares pueden bautizar a los nuevos convertidos, por ejemplo. [x] Otras iglesias les piden a los líderes servir la Santa Cena o rotarse en la predicación del domingo. Los miembros de la célula podrían ayudar sirviendo como ujieres, en los tiempos de acercamiento, o eventos misioneros. La participación hace que surjan discípulos. Sentarse en una silla y escuchar la doctrina es importante, pero no moldea discípulos activos como Jesús lo demanda.

Cumpliendo tu Rol

Pablo escribe sobre el cuerpo de Cristo a las iglesias en las casas que se reunían en Corinto (1 Corintios 14.12), Roma (Romanos 12) y Éfeso (Efesios 4). Los que leían sus cartas estaban en relación los unos con los otros y ministraban juntos. Pablo deja claro que cada persona en el cuerpo de Cristo tenía un papel importante que desempeñar. Note lo que él les dijo a las iglesias en las casas de Corinto:

Ahora bien, el cuerpo no consta de un solo miembro sino de muchos. Si el pie dijera: “Como no soy mano, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Y si la oreja dijera: “Como no soy ojo, no soy del cuerpo”, no por eso dejaría de ser parte del cuerpo. Si todo el cuerpo fuera ojo, ¿qué sería del oído? Si todo el cuerpo fuera oído, ¿qué sería del olfato? En realidad, Dios colocó cada miembro del cuerpo como mejor le pareció. Si todos ellos fueran un solo miembro, ¿qué sería del cuerpo? Lo cierto es que hay muchos miembros, pero el cuerpo es uno solo… Si uno de los miembros sufre, los demás comparten su sufrimiento; y si uno de ellos recibe honor, los demás se alegran con él. Ahora bien, ustedes son el cuerpo de Cristo, y cada uno es miembro de ese cuerpo. (1 Corintios 12:12-28).

En el grupo celular, cada persona juega un papel esencial. De hecho, los que aparentemente tienen un papel más visible no son más importantes; les da honor especial a las partes que no se ven. El cuerpo se necesita entre sí para ser sano y completo. El objetivo es que todos puedan participar, descubran sus dones, y ministren a otros. La enseñanza de que la iglesia es el cuerpo de Cristo sirve para recordarle a la iglesia que cada creyente es valioso e importante y debe ejercer sus dones.[xi]

Dios nos pone a cada uno de nosotros en su sobrenatural cuerpo orgánico, de acuerdo con los dones del Espíritu Santo (1 Corintios 12-14). En los tres de los principales pasajes en los que Pablo habla del cuerpo de Cristo, define la parte de cada miembro en el cuerpo por sus correspondientes dones (Efesios 4; Romanos 12; 1 Corintios 12-14). De hecho, cuando Pablo habla de la iglesia como el cuerpo de Cristo, la implicación es que los creyentes estaban participando activamente. Ellos tenían la oportunidad de interactuar entre sí, mientras se reunían en iglesias en las casas. Crecieron juntos como discípulos mientras ejercían sus dones espirituales y se ministraban los unos a los otros.

Uso del Don en la Iglesia Primitiva

El ministerio en las primeras iglesias en las casas era fluido y dinámico. Se animaba a los miembros a experimentar sus dones espirituales para el bien común del cuerpo, y los líderes funcionaban como hombres y mujeres llenos de dones (Romanos 12:6-8; 1 Corintios 12:8-10, 27-28). La dependencia en el Espíritu de Dios a través de los dones del Espíritu moldeó la dirección de la iglesia primitiva. Los dones espirituales mencionados en 1 Corintios 12-14; Romanos 12:3-8; Efesios 4:7-12 y 1 Pedro 4:8-11, fueron escritos para los que participaban en las iglesias en las casas. Todos participaban en la edificación del cuerpo de Cristo.[xii]

Pablo esperaba que el liderazgo de la iglesia se desarrollara de acuerdo a los dones espirituales, y que en última instancia, el Espíritu Santo estableciera a cada miembro en el cuerpo de acuerdo a su voluntad y propósito (1Corintios 12:11). La iglesia primitiva creía que el Espíritu había sido dado a todos los creyentes y que estaba trabajando activamente a través de cada miembro (Romanos 12:11; 1 Corintios 2:4; 12:7; 12-13; Gálatas 3:5; 5:18, 22; 1 Tesalonicenses 5:19-21).[xiii]

Dios llenó de dones a ciertos individuos para dirigir a su iglesia como podemos ver en Efesios 4:7-12. Muchos han llamado a esto el Ministerio Quíntuple o los cinco ministerios, aunque es probable que sea más preciso llamarlo los cuatro ministerios ya que el rol de pastor-maestro se considera a menudo uno solo. Los líderes con dones incluían a los:

  • Apóstoles: Los doce (Lucas 6:13-16), además Matías (Hechos 1:24-26), Pablo (Gálatas 1:1), Bernabé (Hechos 14:14), Andrónico y Junia (Romanos 16:7)
  • Profetas: La compañía de Jerusalén (Hechos 11:27-28), Agabo (Hechos 21:10-11), Judas y Silas (Hechos 15:32), y las hijas de Felipe (Hechos 21:9)
  • Evangelistas: Las hijas de Felipe (Felipe 21:9)
  • Pastor-Maestros (1Timoteo 3:1-3; 5:17; Tito 1:5, 7, 9)

Los líderes con sus dones mencionados en Efesios estaban equipados específicamente para preparar al cuerpo de Cristo para servir con mayor eficacia. En otras palabras, Dios equipó a estos hombres y mujeres para movilizar a la iglesia para el servicio.[xiv]

El punto principal de Pablo en el libro de Efesios era equipar a los santos para el ministerio. El propósito específico de los hombres y mujeres llenos de dones es equipar a la iglesia para el crecimiento y la expansión. El enfoque no está en la persona que tiene el don, sino en su ministerio para equipar al cuerpo de Cristo, para que el cuerpo de Cristo sea edificado y sea puesto en acción para el servicio. Cualquiera sea el don que Dios distribuya a una persona en particular, su rol principal es el de equipar al pueblo de Dios para que sean mejores discípulos de Jesucristo a través del ministerio participativo.

Pablo también menciona una veintena de dones (no sólo cuatro o cinco) y quiere que sus lectores sepan que cada miembro de la iglesia en la casa debía ministrar según sus dones (1 Corintios 12-14; Romanos 1; Efesios 4:11-12; 1 Pedro 4:8-11). Y reconocido formalmente o no, cada miembro tenía un papel importante que desempeñar en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:12-26). Los dones del Espíritu son para edificar al cuerpo de Cristo en unidad y madurez.

Uso del Don en el Grupo Celular

Hoy, más que nunca, tenemos que volver al grupo pequeño como el lugar principal dónde ejercitar los dones del Espíritu. Es el ambiente más natural para que todos puedan participar y crecer como discípulos. También es el lugar más espontáneo y bíblico para el descubrimiento de nuestros dones espirituales, lo cual dará realce al ministerio y al sacerdocio de todos los creyentes. En la atmósfera de amor de un grupo de hogar, especialmente donde los dones están trabajando y donde el Espíritu Santo está operando, la gente va a crecer en el ministerio y va a aprender a servir a los demás.

Los líderes celulares efectivos animan a todos en la célula para que usen sus dones, para que el cuerpo pueda ser edificado y para que los que no son cristianos puedan ser ganados para Cristo. El punto de partida es recordar a los miembros que cada uno tiene al menos un don. 1 Pedro 4:10 nos dice que “… cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas…”. A medida que los miembros del grupo vayan descubriendo y ejerciendo sus dones espirituales, van a crecer en su fe y van a ser más como Jesús.

Por ejemplo, si alguien tiene el don de la profecía hay una puerta abierta para usarlo. La persona no tiene que profetizar con una voz aguda de “profecía”. Más bien, la persona puede hablar a los presentes con mucha naturalidad. Kirk regularmente profetiza en el grupo celular, y también anima a otras personas a hacerlo. Kirk siempre empieza sus profecías diciendo: “Creo que el Espíritu Santo me está diciendo…” Luego le pide a cada miembro que juzgue por sí mismo si sus palabras son conforme a las Escrituras. Kirk se da cuenta de que los seres humanos pueden cometer errores— y que él no es la excepción. Kirk también se da cuenta de que toda la profecía debe tener como objetivo la edificación del cuerpo (1 Corintios 14:3).

La persona con el don de la enseñanza puede ayudar a aclarar un pasaje difícil. El que tiene el don de la enseñanza no tiene que encargarse de toda la enseñanza. Más bien, él o ella pueden dar su perspectiva sobre un pasaje ayudando a hacer que la Biblia sea clara y concisa. Esta persona también podrá ayudar a otros a aplicar las enseñanzas de las Escrituras a su propia vida.

Leo tenía el don de la enseñanza, pero nunca había tenido la oportunidad de usarlo, hasta que se involucró en un grupo celular. Luego el don cobró vida. Él fue capaz de aclarar un pasaje de la Escritura y hacerlo comprensible y aplicable. Él había sido un miembro de una iglesia denominacional durante casi toda su vida adulta, pero había asistido sobre todo a la iglesia y había recibido visitas ocasionales del pastor. Pero a medida que Leo interactuaba cara a cara en un grupo celular, su don de enseñanza se hizo evidente. Con el tiempo, Leo se convirtió en el ayudante del líder del grupo.

Matt tiene el don de pastor, pero permaneció adormecido durante años. El acto de ir a la iglesia y participar en programas simplemente no le interesaba, y él lo evitó. Pero en el grupo celular, él tuvo la oportunidad de compartir, ministrar, y usar sus dones. Él creció espiritualmente a medida que ministraba a otros, y pronto se hizo evidente que él era el pastor del grupo y se sentía responsable de reunir a la gente, estar en contacto con ellos, poner en acción el acercamiento y desarrollar a otros en el grupo. Matt puso su don en acción y el cuerpo de Cristo fue edificado. Matt también creció en su propio caminar con Jesús.

La persona con el don de misericordia puede visitar a un miembro de la célula que está enfermo en el hospital y luego motivar a otros a visitar a esa persona. El creyente con el don de evangelismo podría sentirse obligado a invitar a amigos y familiares u organizar un evento celular para alcanzar a otros.

La persona con el don de exhortación encontrará a alguien que necesita consejería. Esta persona podrá brindar consejería a personas que están dolidas después o antes de la reunión celular o durante la semana. Esta persona humildemente ofrecerá consejería, no como profesional, sino como un miembro lleno de dones del cuerpo de Cristo. El don va a crecer, al igual que la persona, a través del tiempo.

La persona con el don del apostolado tendrá una propensión natural por comenzar nuevos grupos, pero esta persona no va a proyectarse por encima de los demás, ni usará el título de apóstol con su nombre, ni repartirá tarjetas de presentación que digan apóstol. Más bien, él o ella servirán al resto del cuerpo de Cristo.

El grupo celular es también el lugar natural para usar y desarrollar los dones. A Debby, por ejemplo, le encanta tocar la guitarra. También dirige la adoración en el grupo celular en la noche del jueves. Ella practica diligentemente la guitarra, imprime las hojas de las alabanzas, y dirige al grupo en adoración. Su don para tocar la guitarra es empoderado por su don de liderazgo y profecía. El pastor se dio cuenta de su fidelidad al tocar la guitarra en el grupo celular y, finalmente, le pidió tocar la guitarra en la banda de adoración el domingo por la mañana.

Los dones espirituales son dados para el bien de la Iglesia. Los grupos pequeños son lugares maravillosos para experimentar con nuestros desconocidos dones espirituales, aún arriesgándonos a fallar, porque sabemos que el grupo pequeño nos perdonará los errores. Si la persona no siente la libertad de fallar, él o ella no va a crecer como discípulo de Cristo.

Algunas personas han tratado de mover el ministerio de los dones fuera del ambiente de un grupo pequeño (por ejemplo, programas), pero creo que es mucho más fructífero promover los dones espirituales a través del ministerio de grupos pequeños. En los grupos pequeños, el animarse y rendirse cuentas unos a otros es más probable que ocurra de manera espontánea. Este ambiente parece ser el lugar natural para hacer discípulos que están ejerciendo sus dones dados por Dios.

Descubriendo el Don a través de las Relaciones

La mejor manera de descubrir los dones espirituales es en el contexto de las relaciones. Los dones espirituales prueban, a la vez que ayudan a los creyentes a pensar en las posibilidades, que el creyente no es autosuficiente. Las encuestas sobre los dones dan una idea de cómo percibir el tema de los dones, pero las personas proyectan en esos cuestionarios los dones que quieren tener, en lugar de afirmar los dones que realmente tienen. [xv] Cuantas más personas desarrollan relaciones en el contexto de un grupo, la mejor idea que se tiene con respecto a su propio don espiritual — recordando siempre que los dones funcionan en el contexto de las relaciones. Animo a los creyentes a leer material sobre esto, a tomar una o dos pruebas sobre los dones, a ejercitar los potenciales dones espirituales y luego buscar la confirmación por parte de los demás. ¿Fueron edificadas las personas? ¿Fue glorificado Cristo? Cuando la confianza es alta, los miembros sienten que pueden experimentar con una variedad de dones, y no se sienten frustrados.

En el servicio de adoración más grande, experimentar de forma natural los dones raramente sucede porque un público más grande exige un cierto nivel de rendimiento. Tomar riesgos no es lo que se recomienda en un ambiente así, ni se debe recomendar. El ala más grande de la iglesia es a menudo el lugar menos efectivo para ejercer los dones espirituales porque sólo unos pocos creyentes pueden realmente ejercer sus dones en la atmósfera del grupo grande. ¿Cuántos pueden dirigir la adoración? ¿Cuántos pueden predicar? ¿Cuántos pueden ser ujieres? En la realidad, los ministerios que participan en la celebración de la iglesia son limitados. Sin embargo, en el ambiente seguro del grupo pequeño y con el apoyo del líder del grupo, la experimentación puede suceder, y el Espíritu Santo bendecirá.

Buscar la Confirmación

Una vez que el grupo se sienta cómodo entre sí y con más conocimientos acerca de los dones espirituales, el líder puede animarles a que se confirmen mutuamente sus dones espirituales en el tiempo de los grupos pequeños. ¿Qué te confirman las personas? Si te confirman la capacidad para aclarar el significado de las Escrituras, tú podrías tener el don de enseñar. El don de consejería (exhortación) de mi esposa se ha confirmado una y otra vez en el entorno de los grupos pequeños. Los dones fueron dados para la edificación del cuerpo de Cristo, y cuando tú edificas a alguien con tu don, otros te lo harán saber.

Es importante recordar que a menudo un determinado don puede surgir en presencia de una necesidad específica: una persona con dificultades emocionales, una persona poseída por el demonio, un no cristiano con preguntas serias. En presencia de tales necesidades, el Espíritu Santo te puede dotar de un don que no sabías que tenías (y tal vez, no lo tenías hasta ese momento). Aunque yo creo que cada creyente tiene por lo menos uno o más dones permanentes, el Espíritu Santo puede dar dones especiales en la presencia de necesidades particulares.

El descubrimiento de los dones se lleva a cabo en el proceso de servirse los unos a los otros, cuando nos cuidamos los unos a los otros y cuando se vive la vida del cuerpo. Cuando te encuentras con que Dios bendice constantemente tus esfuerzos en un área determinada, puedes concluir con confianza que tienes ese don específico.

Algunas iglesias magnifican sólo uno o dos dones, con exclusión de los demás. Algunos han llamado a esto, proceso de colonización de dones. Si el pastor es un evangelista dotado con campañas regulares, puede haber una fuerte tendencia a organizar toda la iglesia en torno al evangelismo. Los otros dones del Espíritu Santo pueden ser menos propensos a ser manifestados en la iglesia, porque la gente de ideas afines se quedará o se marchará, dependiendo de si les gusta o no el pastor.

Los grandes facilitadores de grupo, por otro lado, permiten una mayor diversidad. El líder tiene que estar abierto para permitirle a la gente experimentar con los dones que son diferentes de su propia mezcla de dones— siempre y cuando el uso de ese don edifique al resto del grupo. Mientras el líder del grupo les dé a los miembros más libertad para ejercer sus dones, los miembros experimentarán una nueva responsabilidad y en consecuencia se sentirán más comprometidos con la iglesia.

Revisar el Nivel Deseado

Uno de los principales secretos de descubrir los dones espirituales está en tratar de determinar tu “nivel de deseo” para operar con un determinado don. El ejercicio de un don no debe ser una tarea— debe ser algo que se disfrute. Usted debe experimentar un alto grado de pasión cuando ejercite sus dones espirituales. Me gusta preguntar a los que tratan de identificar sus dones espirituales:

¿Te gusta explicar las verdades bíblicas? Tal vez tienes el don de enseñar. ¿Disfrutas orar por las personas en el grupo? y cuando lo haces, ¿ves que son sanados? Tal vez tienes el don de sanidad. ¿Amas traer refrescos y organizar eventos de grupo? Tal vez tienes el don de la ayuda o de la administración. ¿Te atrae visitar a miembros de la célula que están teniendo problemas? Tal vez tienes el don de misericordia.

La alegría, emoción y satisfacción deben acompañar al ejercicio de los dones espirituales. Greg Ogden escribe en The New Reformation (La Nueva Reforma): “La idea central para descubrir nuestros dones espirituales es ponerse en contacto con las esferas de servicio que producen un flujo de alegría interior, de entusiasmo y energía”. [xvi] Cuando se siente una carga al ejercer un don espiritual, tal vez sea porque el tal don no existe—la persona simplemente estaba tratando de cumplir en la carne lo que sólo el Espíritu Santo puede hacer a través de su carisma.

Te Necesitan

Candice Millard, autora de The River of Doubt: Theodore Roosevelt’s Darkest Journey (El río de la duda: La travesía más oscura deTheodoreRoosevelt), hábilmente arma el rompecabezas de la verdadera historia del viaje de Roosevelt por el río de la Duda, un inexplorado río de mil quinientos kilómetros en la profundidad de la selva amazónica. Roosevelt y su equipo unieron sus fuerzas con el famoso explorador de Brasil, Cándido Rondón. Antes de que todo terminara, los exploradores se enfrentaron con los mortíferos rápidos, ataques de los indios, enfermedades, hambre y con un asesino dentro de sus propias filas. Escribiendo a un amigo más tarde, Roosevelt confesó: “La selva brasileña robó 10 años de mi vida”. De hecho, él nunca recuperó plenamente su vigor y estuvo preocupado por la recurrente malaria hasta su muerte en 1919. Sin embargo, el hecho de que el equipo trazó un afluente del Amazonas desconocido y vivió para contarlo fue tan increíble que muchos naturalistas de esa época no creían que en realidad hubiera sucedido.

Al leer el libro, fui conmovido por la unidad que el equipo desarrolló con el fin de sobrevivir. Cada miembro del equipo tenía que cumplir su rol mientras luchaban contra viento y marea. Debido a la disminución de los alimentos y la mala planificación inicial, el equipo tuvo que deshacerse de lujos innecesarios e incluso separarse de los miembros del equipo que no estaban cumpliendo con sus funciones. En un momento cuando Roosevelt resultó gravemente herido, le rogó al equipo que lo dejaran morir en la selva porque no quería ser una carga para el resto del grupo. De hecho, la única manera en que sobrevivieron fue mediante el trabajo conjunto y de cada uno jalando su propio peso. Mientras lo hacían, sobrevivieron para contar sobre su increíble travesía en el Río de la Duda.

La iglesia está en una travesía en un ambiente hostil, uno que es diametralmente opuesto a su naturaleza orgánica como la de Cristo. Cada miembro del cuerpo de Cristo tiene que participar activamente para que la Iglesia supere al mundo, la carne y al diablo. Cada persona debe utilizar activamente su don y ministrar en su capacidad dada por Dios. Durante demasiado tiempo, la iglesia ha dependido de una o dos partes del cuerpo para hacer el trabajo del ministerio. Ahora Cristo llama a su iglesia para que activamente haga discípulos que estén haciendo nuevos discípulos a través del ministerio celular. Este es el camino a la eficacia y al crecimiento espiritual.


Notas

[i] Roland Allen, Missionary Methods: St. Paul’s or Ours? (Métodos Misioneros: ¿De Pablo o Nuestros?) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1962), pp. 84-94.

[ii] Bill Hull, The Disciple-Making Pastor (El Pastor Hacedor de Discípulos) (Old Tappan, NJ: Fleming H. Revell, 1988), p. 126.

[iii] Gilbert Bilezikian, Community 101 (Comunidad 101) (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2009), p. 99.

[iv] Carolyn Osiek and David L. Balch, Families in the New Testament World (Familias en el Mundo del Nuevo Testamento) (Louisville, KY: Prensa Westminster John Knox, 1997), p. 35.

[v] Nigel Wright, The Radical Kingdom (El Reino Radical) (Lottbridge Drove, Eastbourne, UK: Ediciones Kingsway, 1986), pp. 34-35.

[vi] Elton Trueblood,en Edward F. Murphy, The Gifts of the Spirit and the Mission of the Church (Los Dones del Espíritu y la Misión de la Iglesia) (Pasadena, CA: Fuller Theological Seminary [Seminario Teológico Fuller], 1972), p. 152.

[vii] Roland Allen, Missionary Methods: St. Paul’s or Ours? (Métodos Misioneros: ¿De Pablo o Nuestros?) (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1962), p. 91.

[viii] Roland Allen, The Spontaneous Expansion of the Church: and the Causes Which Hinder It (La Expansión Espontánea de la Iglesia: Y las Causas que la obstaculan) (London: Prensa World Dominion, 1956), p. 17.

[ix] Boundaries, (Límites)(Grand Rapids, MI: Zondervan, 1992), pp. 99–100.

[x] Robert E. Logan, Beyond Church Growth (Más Allá del Crecimiento de la Iglesia) (Grand Rapids, MI: Fleming H. Revell, 1989), p. 128.

[xi] George Ladd, A Theology of the New Testament (Una Teología del Nuevo Testamento)(Grand Rapids, MI: Eerdmans, 1974), p. 545.

[xii] Robert Banks, Paul’s Idea of Community (La Idea de Pablo sobre la Comunidad) (Peabody, MA: Ediciones Hendrickson, 1994), p. 148.

[xiii] Arthur Patzia, The Emergence of the Church: Context, Growth, Leadership & Worship (El Surgimiento de la Iglesia: Contexto, Crecimiento, Liderazgo y Adoración) (Downers Grove, IL: InterVarsity, 2001), pp. 153-154.

[xiv] Tristemente, algunos maestros hoy en día han hecho demasiado énfasis en el ministerio quíntuple enseñando que cada iglesia (grande o pequeña), deberá identificar los cuatro o cinco ministerios y que sin todos estos dones de liderazgo en funcionamiento, la iglesia local está condenada al fracaso. Algunos de estos maestros también infieren que sólo los que tienen un don de evangelista deben evangelizar, y sólo los que tienen un don pastoral deben pastorear la iglesia local, y sólo aquellos que tienen el don de apóstol deben supervisar la plantación de iglesias.

[xv] Diversas encuestas sobre los dones incluyen: la encuesta sobre los dones del Dr. Mel Carbonell que cuenta con un inventario de dones y la evaluación de la personalidad DiSC. Contactar: 1-800-501-0490 o www.uniquelyyou.com (publicado por únicamente usted, Inc.); encuesta de Alvin J. VanderGriend (desarrollada y publicada por la Iglesia Cristiana Reformada, Ediciones CRC). Contactar: 1-800-4-JUDSON; encuesta de Paul Ford (publicada por Recursos Church Smart). Contactar: 1-800-253-4276; encuesta de Christian Schwarz (publicado por Recursos ChurchSmart). Contactar: 1-800-253-4276.

[xvi] Como fue citado por Paul Ford, en Unleash Your Church (Desata tu Iglesia) (Pasadena, CA: Charles E. Instituto Fuller, 1993), p. 49.