Los Básicos Celulares
Red de Grupos Pequeños, setiembre de 2000l
por Joel Comiskey, Ph.D.
«Joel, hay muy pocos accesos de entrada en tu vida,» me dijo mi hermano Andy. «Tú tienes una tendencia de siempre hacerte ver como muy bueno – siempre presentando el mejor aspecto de ti mismo. Es difícil para que las personas se relacionen contigo,» dijo él. La verdad dolorosa de las palabras de mi hermano caló profundamente en mi alma. Él tenía razón.
Mi hermano Andy sabe la importancia de un estilo de vida honrado y transparente. Dios lo libró hace veinticuatro años de la homosexualidad. Ahora Andy y su esposa Annette constantemente magnifican la gracia de Dios en sus vidas ayudando a otros a superar los problemas sexuales. Para Andy, esto significa compartir su testimonio continuamente. La comunicación abierta y transparente lo ayuda para ministrar la gracia de Dios a otros.
Las palabras de mi hermano Andy continúan hablándome hoy. He intentado aplicar el consejo de Andy creando vías de entrada.
Vías de Entrada
Vías de entrada. Los sinónimos incluyen: puerta, entrada, acceso. Durante los últimos años, he tenido que enfrentar mi tendencia a levantar puertas y barreras en lugar de vías de acceso. Me gusta parecer bueno. Tengo una inclinación innata de impresionar y magnificar mis logros. Quiero que otros digan: «Un gran trabajo, Joel.» Vivir honestamente delante de Dios y de los demás no viene de una manera natural para mí.
No hay nada realmente, en la Biblia, que hable sobre la creación de vías de acceso. Hay muchos ejemplos, sin embargo, de una vida transparente delante de Dios. En efecto, mi hermano Andy estaba diciendo: «Joel, tú necesitas más transparencia en tu vida.»
Las palabras del apóstol Juan me han ayudado a entender la transparencia. Juan dice: «… Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión los unos con los otros, y la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado» (1 Juan 1:7). El andar en la luz de Dios refuerza la transparencia y la vulnerabilidad. La luz penetrante de Dios revela quién soy realmente y quita la necesidad de pretender o de las falsas expectativas. Cuando la luz penetrante de Dios está presente, abundan la transparencia y la honestidad.
Transparencia
Mi buen amigo Bill Mangham, sobresale en cuanto a la transparencia. Otros se sienten relajados en la presencia de Bill porque saben que él es sincero. Justamente la semana pasada, Bill vino a mi casa y me mostró dos fotografías. Una mostraba a su hijo exitosamente haciendo surf sobre una ola; la otra mostraba a Bill cayendo estrepitosamente hacia delante cuando intentaba hacer lo mismo. «Un ejemplo típico de Bill Mangham,» pensé para mí.
Bill crea amigos creando vías de entrada. Él no trata de impresionar a los demás. En realidad, nunca he oído a Bill alardear sobre sus logros. Él no lo necesita hacer porque son tan evidentes. Bill es respetado por todos y constantemente lo elevan a posiciones de liderazgo.
Vivir una vida transparente comienza primero por reconocer que Dios conoce cada aspecto de nuestras vidas. El escritor de Hebreos declara: « Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta» (4:13).
Abierto. Desnudo. Ésta es la realidad de mi situación ante Dios. Mi esposa Celyce me conoce bien después de doce años de matrimonio. A veces, ella puede leer incluso mis pensamientos. Sin embargo, su conocimiento no se compara con la mirada siempre presente de Dios observando cada aspecto de mi vida.
Aunque Dios me conoce íntimamente, las buenas noticias son que Él me declara justo a través de Jesucristo (Romanos 3:9-26). Pablo pasa bastante tiempo en los capítulos 1 al 3 de Romanos, resaltando nuestra condición pecaminosa. Él recomienda entonces que reconozcamos nuestra condición pecaminosa (en lugar de impresionar a Dios con nuestras buenas obras), que pongamos nuestra fe en Jesucristo, y recibamos Su favor inmerecido. Pablo concluye, « ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe» (Versículo 27).
Estoy descubriendo que la gracia de Dios elimina la jactancia con respecto a mis propios logros y méritos. Me ayuda a despojarme de las barreras de orgullo y superficialidad y expone la necedad de tratar de impresionar a Dios por nuestras buenas obras. Cuanto más reconozco la gracia inmerecida de Dios hacia mí, tanto menos necesito demostrar mi capacidad delante de Él y de los demás. Soy liberado para vivir un estilo de vida honesto y transparente.
Honesto Con Los Demás
El libro de Santiago trata sobre el estilo de vida transparente y nos muestra cómo vivirlo prácticamente. Santiago dice: « Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho. (Santiago 5:16). Santiago está escribiendo en este pasaje a los creyentes. Él afirma que ocurre cierta curación cuando los creyentes comparten sus pecados y debilidades y después oran los unos por los otros. La preocupación mutua de los unos por los otros es la manera de combatir el desaliento y la caída.
Yo dirijo un grupo pequeño en mi casa todas las semanas. Durante una lección, comentamos el pasaje en Efesios 4:32 que dice: « Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.» Yo sabía que Miguel estaba luchando. Él aseveraba que en cierta oportunidad un estudiante del seminario había violado a su hija. Nuestra iglesia trató tanto con Miguel y también con este joven, sin embargo Miguel seguía manteniendo un profundo resentimiento hacia él. Yo le pedí a cada miembro que inquiriera calladamente en esa noche, su propio corazón.
Miguel rompió el silencio, diciendo: «Necesito confesar mi amargura hacia Jaime (no es su verdadero nombre). He estado guardando este resentimiento, y he llegado a ser un esclavo de mi propio pecado. Por favor, oren por mí en esta noche.»
Esa noche clamamos a Jesús a favor de Miguel. Miguel confesó su pecado ante todo el grupo, y esa noche él fue curado. Desde entonces, Miguel ha experimentado una nueva libertad en su vida. Dios sanó a Miguel cuando empezó a andar en la transparencia delante de Dios y de los demás.
Yo admito que se necesita discernimiento. Hay un tiempo y un lugar para todo, y usted no necesita compartir cada detalle de su vida con todos aquellos con quienes se encuentra. También necesita saber que lo que usted comparte no será divulgado, sino que será guardado confidencial. Lo que es comparte en el grupo se mantiene dentro del grupo.
Aunque la cautela es correcta, he descubierto que como creyentes tenemos la tendencia a equivocarnos en el lado conservador. Exponemos demasiado poco de nuestras vidas, levantando barreras de este modo, en lugar de vías de acceso.
Hace unas semanas, comentamos sobre el Salmo 46:1: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.» Pablo, que estaba dirigiendo el tiempo del diálogo hizo una pregunta: “¿Cuándo tuvo usted una crisis y cómo la manejó?» Pablo siguió con otra pregunta de aplicación: «Comparta con el grupo cómo Dios ha sido su refugio a través de un tiempo difícil.»
Todos tenían algo que compartir. «Hace muchos años yo administré el negocio de la sastrería más exitoso del país,» empezó a decir Jaime. «Yo amaba mi trabajo e incluso hice trajes para el presidente. En la cima de mi éxito, los doctores me dijeron que era mi salud o mi trabajo, así que tenía que dejarlo. Pero Dios. . . .» Entonces Mary compartió, “Recientemente, mi hija Nancy dijo que ella estaría en su casa a las 22 horas, pero a la 1 de la mañana ella todavía no había llegado. De todas maneras yo soy una persona nerviosa, pero esta vez yo estaba fuera de mí. Sin embargo, a través de la oración, Dios empezó a. . . .»
Nuestro grupo compartió esa noche profundamente. Llevamos las cargas los unos de los otros. Nos fuimos edificados, animados, y ávidos por regresar para recibir más. La honestidad ante los demás significa que comparten sus pruebas, heridas, y debilidades — no sólo sus victorias y alegrías.
Todos hemos experimentado los tiempos de “comunión” cuando todos intentaban impresionar a los demás. Usted siente la presión de que tiene que actuar. Usted sólo revela las áreas de su vida que le hacen quedar bien ante la vista de los demás. La verdadera comunión cristiana, por otro lado, es transparente y honesta. Usted no se siente inhibido para expresar sus verdaderos sentimientos. Usted comparte lo bueno así como lo malo, porque no hay nada que esconder.
El compartir abiertamente y la transparencia funcionan bien para consolidar las relaciones. En «El Art del Discipulado» (The Art of Mentoring), Shirley Peddy dice:
Cuente su historia primero. Tan a menudo cometemos el error de hacerle una pregunta a la otra persona, y la ponemos en evidencia. «¿Cómo le pareció la reunión esta mañana? ¿Usted se quedó hasta el final?» Esto es más bien un interrogatorio y no algo que edifica la “confianza”. No es de extrañarse que la otra persona se siente expuesta y vulnerable. Él se cuestiona por qué usted le está preguntando a él. ¿Cómo debe contestar? ¿Es una prueba? Para evitar esta reacción, empiece siempre con su propia historia, asegurándose de que no sea algo que lo pone en una situación demasiado favorable. Quizá cuando usted asistió a la reunión por la mañana, usted salió de la reunión unos minutos antes de que terminara. «De todas maneras, nunca me puedo quedar despierto en las reuniones,» usted le dice. Por manifestar algo personal acerca de usted mismo, toma el paso inicial para crear mayor confianza.
La vulnerabilidad tiene una manera de desarmar a los demás. Es una manera de decir, «Yo no soy mejor que usted. Yo tengo mis problemas también.» Hace poco hablé en un seminario sudafricano en el ministerio de grupos pequeños con 1,500 personas presentes. Los que asistieron me veían como Dr. Joel Comiskey, autor y experto de la iglesia celular. Sin embargo, me di cuenta de había una distancia entre los participantes y yo. Ellos me habían puesto en un pedestal. Hacia el fin de la conferencia, yo compartí mi testimonio cómo Dios me entregó de un pasado descontrolado y muchas de mis propias debilidades. Al día siguiente noté un cambio dramático. Los pastores y los líderes laicos sentían la libertad de acercarse a mí para hacer preguntas. De repente, yo era una persona real con vías de acceso a mi vida.
Empiece
Yo le animaría a empezar la jornada de una vida honesta delante de Dios y de los demás, haciendo lo siguiente:
Pídale a Dios que lo haga una persona honesta y transparente mientras pasa un tiempo consistente en Su presencia.
Encuentre a uno o dos amigos íntimos con los cuales usted se puede reunir periódicamente (por semana, bimensual, o mensualmente). Dispóngase a compartir sus debilidades y pruebas con esta persona. Anime a la otra persona a hacer lo mismo. Oren juntos por las necesidades expresadas.
Involúcrese en un grupo pequeño semanal. Esto le ayudará a desarrollar la responsabilidad con otros. Comparta abiertamente con los miembros del grupo sobre su propia vida y luchas.
Hágase una meta en sus relaciones diarias de compartir sus propias debilidades y pruebas. No sienta que usted siempre tiene que parecer bueno delante de los otros. No se justifique. Deje que Dios fuerte en sus debilidades.
Conclusión
Las palabras de Andy me siguen hablando hoy. Admito que no he llegado. Todavía tengo la tendencia de impresionar y esconderme detrás de una apariencia de fortaleza. Sin embargo, cuando medito en Su gracia y comprendo que Él se glorifica en mi debilidad, estoy animado a vivir honestamente delante Dios y de los demás.
Ahora le toca a usted: ¿Hay muchas vías de acceso a su vida?