por Joel Comiskey, videos gratuitos sobre células, Mayo 2021
El cristianismo primitivo veía a cada miembro de la iglesia en la casa como ministro. El ministerio fluyó de forma natural a través de los dones del Espíritu en el ambiente del hogar, y el desarrollo del liderazgo era sencillo y dinámico. El liderazgo se basaba en los dones dados por Dios, en lugar de una rígida jerarquía litúrgica. El sacerdocio de todos los creyentes era la norma en la iglesia primitiva, y por esta razón la iglesia primitiva se extendió rápidamente.
A medida que la Iglesia avanzó más allá del primer siglo, la creciente autoridad del obispo concentraba cada vez más poder en las manos de figuras de autoridad centralizadas encargadas de grupos cada vez mayores de creyentes. La pluralidad y la igualdad de liderazgo dieron paso a un arreglo jerárquico en el que los obispos se convertirían en la figura central, seguidos de los presbíteros (quienes más tarde se convirtieron en sacerdotes) y diáconos.
Al pasar los años, la Iglesia se hizo más y más jerárquica. La gente no podía ir directamente a Dios, sino que sólo a través de los sacerdotes se accedía a Dios. Sólo ciertas personas tenían acceso a la Biblia.
Lutero ayudó a liberar a la iglesia doctrinalmente, pero hizo poco en el campo de la eclesiología (estudio de las prácticas de la iglesia). Él, junto con Zwinglio y otros reformadores, no pudieron animar a otros a practicar el sacerdocio de todos los creyentes. Ellos necesitaban la protección del gobierno y la estabilidad de todo el estado para abrazar sus reformas, y su éxito dependía de que todos en el estado se convirtieran automáticamente en protestantes. En otras palabras, había muy pocas opciones sobre la participación de la iglesia ya que toda la nación tenía que unirse a la iglesia. El sacerdocio de todos los creyentes tenía poca aplicación práctica en la iglesia estatal
Algunos querían llevar el sacerdocio de todos los creyentes a su conclusión lógica. Ellos fueron llamados los “hermanos radicales” y creían que sólo los creyentes verdaderamente nacidos de nuevo debían reunirse para adorar y recibir el bautismo de adultos. Estos creyentes radicales sentían que cada adulto creyente era un verdadero ministro, que debían tener el derecho de formar grupos pequeños, y ejercitar los dones espirituales dentro del grupo pequeño
Reformadores como Lutero, Zwinglio y Calvino hicieron una enorme ruptura con la tradición de la iglesia y con la doctrina, pero los hermanos radicales llevaron las nuevas reformas más lejos. Ellos querían hacer verdaderos discípulos a través de la iglesia de un creyente, en lugar de actuar como que si todos los nacidos en una zona geográfica determinada formaban parte de la iglesia de Cristo, lo cual se determinaría más tarde por medio de la predestinación.
La reforma radical se acerca más al cristianismo del Nuevo Testamento, porque prioriza el sacerdocio de cada creyente. Sea cual sea la tradición confesional de una persona, ¡todos tenemos que ser reformadores radicales! La reforma radical enseña sobre la necesidad de practicar las doctrinas bíblicas de una manera que enfatiza en que cada persona es un ministro y cada creyente un discípulo de Jesucristo activo, al igual que lo era la Iglesia primitiva.
Las iglesias en las casas del siglo primero esperaban que cada creyente ministrara en el entorno de la iglesia en la casa. La iglesia celular hoy en día, al igual que la iglesia primitiva, es un llamado a la reforma radical. Es un regresar al cristianismo del Nuevo Testamento para abrazar la exhortación del apóstol en el último libro de la Biblia: “Al que nos ama y que por su sangre nos ha librado de nuestros pecados, al que ha hecho de nosotros un reino, sacerdotes al servicio de Dios su Padre, ¡a él sea la gloria y el poder por los siglos de los siglos! Amén”. (Apocalipsis 1:5-6).