A Dios le gusta “estirar” nuestra fe

Por Joel Comiskey, 2020

La crisis del coronavirus me ha afectado emocionalmente y en mi fe. Me encontré orando, “Dios, necesito que me proporciones financieramente. Ayúdame a evitar las preocupaciones.” Si eres como yo, estás siendo estirado durante este tiempo de prueba sin precedentes. La buena noticia es que Dios siempre nos está estirando y probando para que te parezcas más a Jesús.

Dios está más interesado en una fe purificada que en que estemos cómodos. Y para fortalecer nuestra fe, él nos estira. Pedro dice: “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”(1 Pedro 1: 7-7).

Entonces, ¿qué tiene esto que ver con el supervisar? Una función clave del supervisor es ser un instrumento en la mano de Dios para estirar al líder. Los grandes supervisores van más allá del mantenimiento a la transformación. En otras palabras, los supervisores efectivos quieren que los líderes bajo su cuidado se transformen a la imagen de Cristo, y esto significa ayudarlos a estirarse para dar el siguiente paso.

Estirar al líder hacia la transformación es tanto personal como ministerial. Si un líder me dice, por ejemplo, que no se tomará un día libre, le pregunto si puedo volver a hablar del tema en el futuro. Volveré a este valor una y otra vez porque es un principio bíblico que el líder necesita practicar para una efectividad a largo plazo. Lo mismo se aplica a tener un tiempo de silencio diario o pasar tiempo con su cónyuge / familia. Mi papel como supervisor, en otras palabras, es ser un instrumento en las manos de Dios para ayudar al líder a ser más como Jesús en el ámbito personal. Y ayudar al líder a ser más como Jesús puede ser doloroso cuando los líderes prefieren el estancamiento a la transformación.

Esto también ocurre en el ministerio. Dios quiere que los líderes estiren sus músculos y le crean para nuevos discípulos. Después de todo, Jesús nos dijo que “hagamos discípulos a todos los pueblos” (Mateo 28: 18-20). El papel del supervisor es ayudar al líder a identificar y preparar nuevos discípulos. Si estás entrenando a un líder, pregúntale acerca de la multiplicación grupal, si ha identificado un nuevo líder y quién está siendo equipado actualmente. Los supervisores efectivos mantienen al líder avanzando, en lugar de estancarse en el status quo. Las metas saludables y equilibradas para los nuevos discípulos son de gran ayuda en este proceso.

Me gusta usar la palabra “supervisor” porque tenemos muchos ejemplos visibles en el mundo del deporte. Los entrenadores siempre hacen avanzar a sus jugadores e intentan ganar el juego. La diferencia es que el juego cristiano es eterno, y las consecuencias son mucho más importantes que el mero deporte. Los supervisores cristianos, por lo tanto, necesitan desafiar sabia y consistentemente a los líderes para que den el siguiente paso y estiren sus músculos.