El Discipulado a través del Evangelismo de Grupo

Capítulo 5 del libro “Haciendo Discipulos en el Siglo Veintiuno.”

Aquí, en el sur de California tenemos parques de atracciones como Disneyland, Knott’s Berry Farm, y Magic Mountain. He vivido en esta zona la mayor parte de mi vida, y en algún momento de los últimos cincuenta y siete años, he experimentado montarme en muchas atracciones emocionantes en cada uno de estos parques— incluyendo algunas de las montañas rusas más emocionantes en el mundo.

La travesía de los discípulos con Jesús me recuerda a una montaña rusa de tres años. En el proceso crecieron para ser más como Jesús, pero sin duda no fue fácil. Los discípulos pasaron de un oficio de pesca a seguir a un hacedor de milagros, que abría los ojos de ciegos, multiplicaba panes, y levantaba a los muertos de la tumba. Oyeron la mejor enseñanza del mejor maestro— el Dios-hombre perfecto. Y ellos fueron enseñados en un entorno didáctico insuperable que incluyó escuchar, hacer, y la aplicación a las experiencias de la vida real. Una enseñanza que se les escapó, sin embargo, fue la muerte y resurrección de Cristo.

Cuando Jesús murió en la cruz, se sintió como si la montaña rusa había volado fuera de los carriles. Es difícil imaginar cómo deben haber sentido de horrible los discípulos al ver a Jesús sufrir y morir en la cruz. Todos lo abandonaron y huyeron.

Pero aún no se habían bajado de la montaña rusa. En tres días, Jesús se levantó de nuevo. Él se les apareció y su alegría era inmensa. Podían ver con sus propios ojos que Jesús estaba vivo e incluso la brutal cruz romana no lo pudo mantener derribado. Cristo ya había soplado el Espíritu Santo sobre ellos, y sus extrañas parábolas comenzaron a tener sentido.

Ahora era su turno para hacer cosas radicales y para poner el mundo al revés. Jesús les dijo que fueran a todo el mundo e hicieran nuevos discípulos. Ellos ya sabían qué estrategia utilizar porque el Maestro ya los había preparado para que fueran a los hogares, llegaran a conocer al cabeza de familia, velaran por la oportunidad de compartir a otros de Jesús, y luego mantenerse en la misma casa hasta que se alcanzara a toda la ciudad.

Ellos estaban listos para trabajar, pero estaban muy temerosos. Luego vino Pentecostés. Ellos fueron empoderados. El Espíritu Santo dominaba sus vidas y predicaban audazmente. Ellos establecieron iglesias en las casas, tal como Jesús les había enseñado.

Proclamaron las buenas nuevas y a través de sus propias vidas transformadas dejaron que el mundo supiera que Jesús vivía. Cuando fueron perseguidos, bendijeron y oraron por sus enemigos. Le permitieron al Espíritu Santo que se ocupara del resto. Sin embargo, toda la experiencia fue ordenada por Dios para que crecieran y para hacerlos más semejantes a Jesús.

Y la iglesia primitiva crecía y se multiplicaba. Mientras Jesús transformaba a la gente, estas se comportaban de manera diferente dentro de sus relaciones familiares. Los maridos amaban a sus mujeres, los esclavos eran tratados con dignidad, y las parejas casadas se sometían los unos a los otros. Los amigos y vecinos eran atraídos por esta nueva comunidad transformada. El movimiento cristiano atrajo a la gente debido a la conducta que los cristianos se mostraban los unos a los otros  y hacia los que estaban fuera de la iglesia. La gente podía ver los cambios de cerca puesto que la vida comunitaria se vivía a la luz pública.

El crecimiento de esas iglesias en las casas  era orgánico y natural. La expansión Evangelística fue construida en el estilo de vida de la iglesia, y en este mismo escenario orgánico, los miembros de la iglesia se convirtieron en discípulos. Podemos aprender mucho del movimiento de la iglesia en la casa primitiva—sobre todo la forma de crear un entorno para el discipulado, donde la evangelización ocurre de manera natural. 

Regalando Comunidad

Pablo, el apóstol resume el crecimiento a través de la evangelización al escribir a una iglesia en la casa en el siglo I, “Pido a Dios que el compañerismo que brota de tu fe sea eficaz para la causa de Cristo mediante el reconocimiento de todo lo bueno que compartimos.” (Filemón 1:6) Así como esta iglesia en la casa de Colosas compartió su fe,  crecieron en su relación con Jesucristo y se convirtieron en fuertes discípulos como resultado.

Muchos en el mundo occidental han aprendido a compartir su fe de forma individual, pero no hemos tenido tanto éxito en la práctica de la evangelización de grupo. Sin embargo, la evangelización de grupo se encuentra en el corazón de la evangelización del Nuevo Testamento.

Una de las primeras barreras qué superar es la suposición subyacente de que el evangelismo para alcanzar a otros debilita la comunidad. Normalmente a los miembros del grupo les encanta la comunidad y han probado su poder transformador. Pero, ellos simplemente no creen que la comunidad y la evangelización vayan de la mano. La investigación y la experiencia, sin embargo, muestran que una mejor y más bíblica comunidad se desarrolla cuando una célula alcanza a los no cristianos. El proceso de la evangelización, de hecho, fortalece los lazos de la comunidad. Cuando una nueva persona llega al grupo, los miembros desarrollan lazos más estrechos mientras ministran al recién llegado.

Cuando el grupo se centra únicamente en la comunión, le falta un aspecto importante del crecimiento espiritual y está fallando al no llevar a los miembros del grupo al siguiente nivel de discipulado. El proceso mismo del evangelismo celular trae el crecimiento espiritual, no sólo cuando alguien llega al grupo o recibe a Jesús. Yo animo a los grupos celulares, por lo tanto, a orar por los no cristianos cada semana y a planear maneras de ayudarlos, aunque esos esfuerzos evangelísticos no traigan mucho fruto.

Cuando un grupo pequeño tiene un objetivo común de evangelización,  comienza a trabajar en conjunto para lograr la meta de ayuda. Esta visión mutua crea una unidad y camaradería. Todo el mundo se involucra, —desde la persona que invita, la que proporciona un refrigerio, hasta el que dirige el estudio. El equipo planea, hace las estrategias, y juntos encuentran nuevos contactos.

El clamor de los perdidos impulsa a las células a compartir su rica comunidad en lugar de acumularla entre ellos. Cuando la multiplicación tiene lugar, hay nuevos grupos disponibles para que la gente perdida reciba una comunidad como la de Cristo. La amistad y el amor se desarrollan en el proceso. La desquebrajada sociedad de hoy necesita desesperadamente una familia amorosa. ¿Cómo la encontrarán las personas, a menos que haya pequeños grupos que vivan en comunidad y que estén dispuestos a difundirla? 

Saliendo al Frente como Amigos

Dios es el que convierte, pero él espera que nosotros hagamos nuestra parte. Nunca voy a olvidar un seminario celular que hice en Irlanda en 2007 con Laurence Singlehurst, autor best-seller en el tema de evangelismo e iglesia celular, y pionero en el Reino Unido. Le pidió a la gente de la audiencia acercarse y luego les pidió que formaran un pequeño grupo delante de todos. Él se hizo pasar por el líder del grupo y les preguntó a cada uno por quién estaban orando, y qué estaban haciendo para ayudar (¡esto fue en frente de cerca de ochocientas personas!). No recuerdo las respuestas, pero todos en la audiencia estaban escuchando atentamente, y Singlehurst había tenido éxito demostrando cómo movilizar a un grupo celular para salir de sí mismo y ayudar.

Kim y Kim Cole son un magnífico ejemplo de la oración por los perdidos, alcanzando a sus vecinos no cristianos, y movilizando a su célula para ministrar a otros. Kim Cole, la esposa, me dijo que el énfasis de la iglesia en la evangelización amistosa no sólo transformó sus propias vidas, sino también  la de los miembros del grupo celular.

Kim nació y se crió en York, Pensilvania y aceptó a Jesús en la Iglesia Alianza York cuando tenía catorce años. Ella experimentó una gran enseñanza, amistades y recuerdos durante sus años en la iglesia. Sin embargo, ella también se dio cuenta que durante esos años, la Iglesia Alianza York se concentraba principalmente en los programas basados ​​en la iglesia. Cuando la iglesia Alianza York comenzó a enfocarse en el ministerio celular en 2001, ella y su marido, Kim, reconocieron que Dios les estaba retando a alcanzar su propio vecindario para Jesús.

Ella, junto con los demás miembros de la célula, comenzó a desarrollar relaciones con los amigos cercanos y vecinos. Ella comprendió que tenía que abrir su propia vida a los que la rodeaban. Ella me dijo: “Es muy aterrador vivir la vida a la luz pública. Yo no estaba acostumbrada a ser sincera con mis vecinos”. En una ocasión hizo helados caseros en el patio delantero, e invitó a los vecinos a unírsele. Los vecinos comenzaron a conocer a los Cole mientras interactuaban con cosas divertidas. Kim me dijo que los de su vecindario eran de ascendencia Inglesa e irlandesa y se sentían orgullosos de sus hogares. Ella descubrió que la mejor manera de entrar en su mundo era pidiendo ayuda.

Así que dio un salto de fe y le pidió a su vecina Crystal que vivía dos puertas más abajo, si podía prestarle una olla. Kim y Crystal comenzaron hablando en la puerta y desarrollaron una relación. Crystal y su esposo Todd,  ya iban a una iglesia, pero la iglesia no predicaba el evangelio, y Cristal y Todd no eran creyentes. A medida que la relación se profundizó, Kim finalmente los invitó a su grupo de vida. Cristal y Todd comenzaron a asistir al grupo de vida y también al servicio de adoración los domingos en la iglesia Alianza York. Kim me dijo que casi los pierde cuando llegaron a la iglesia y ellos leyeron en el boletín, “Invite a su amigo que no es salvo para el próximo evento”. Crystal se volvió hacia Kim y le dijo: “¿Es esto lo que piensas de mí”. Kim se disculpó diciendo: “Realmente te amamos y sólo quería que vinieras”.

Crystal sabía que Kim tenía algo que ella necesitaba, así que continuó regresando al grupo de vida, deseando experimentar algo más. Crystal hizo las preguntas difíciles, y Kim creció en el proceso de depender de Dios para dar las respuestas. Kim me dijo: “Yo crecí tanto como Crystal durante ese período de tiempo”. Crystal y Todd finalmente recibieron a Jesús, se involucraron en el grupo celular, y se abrieron paso a través del equipamiento para el discipulado (discutido en el capítulo 8). Con el tiempo se convirtieron en líderes de grupos de vida y continuaron el proceso de la evangelización amistosa.

El fruto de la ayuda de Kim y la posterior conversión de Cristal y Todd es un testimonio maravilloso. Kim y Kim Cole crecieron y maduraron en su relación con Jesús en el proceso de alcanzar a Cristal y a Todd. Vale la pena repetir las palabras de Pablo a la Iglesia en la casa de Colosas: “Pido a Dios que el compañerismo que brota de tu fe sea eficaz para la causa de Cristo mediante el reconocimiento de todo lo bueno que compartimos”. (Filemón versículo 6). Es dudoso que podamos conocer todo lo bueno dentro de nosotros sin regalar esos tesoros a los demás.

Kim y Kim Cole son excepcionales. Han multiplicado su propio grupo unas seis veces y han ganado a muchos vecinos para Jesús. Su ejemplo ha inspirado a toda la iglesia. Pero no podemos depender sólo de una o dos personas como Kim y Kim Cole. Cada miembro de la célula tiene que hacer su parte en el alcance relacional. 

El desarrollo de las relaciones con los no cristianos no es fácil. Se extiende a nuestra fe y nos despierta a depender de Dios. Crecemos en el proceso. A menudo, las relaciones con los no cristianos se desarrollan en el contexto de otra cosa. Entrenando softball, yendo a una peluquería en particular, uniéndose a la junta de voluntarios en la asociación de propietarios, o participando en un grupo de interés especial, son algunas de las muchas maneras de construir relaciones. Desarrollando colegas de negocios, socios deportivos, intereses especiales y socios en algún pasatiempo, son otras maneras de ampliar tus amistades.

Las comunidades están ansiosas por tener voluntarios que sirvan en programas de acción social, ya sea en guarderías, consejerías, ayuda a indigentes, o en algún otro programa. En cada comunidad existe una oportunidad para compartir el amor y los valores cristianos de una manera positiva. Tu puedes unirte a una asociación de padres / maestros, vigilancia vecinal, o en uno de los muchos otros comités y organizaciones que conforman la comunidad local.

Hemos estado conociendo a nuestros vecinos desde que regresamos de Ecuador en el 2001. Los hemos invitado a comer a la casa, les hemos preguntado si tienen  peticiones de oración, y les hemos llevado productos horneados durante las festividades. Hemos desarrollado una relación con ellos, y crecimos en el proceso de llegar a conocerlos.

Cuando los invitamos a unirse a nuestro grupo en casa, el marido dijo: “No podemos  la noche del martes, pero a nuestra hija menor le gustaría que la bautizaras”. Le dije: “Yo estaría encantado de hacerlo. Sin embargo, me gustaría traerles algún material de discipulado en la preparación para el bautismo”. Y en vivo comencé a enseñar a toda la familia sobre el primer libro de nuestro proceso de equipamiento para el discipulado.

La primera lección trataba sobre conocer a Dios, y cada uno de ellos oró la oración del pecador, como parte de la lección. Luego continuamos estudiando el libro en un entorno relacional y relajado en su propia casa. Tuve el privilegio de bautizar a su hija, sin embargo, el proceso no se ha detenido allí, y la travesía en el discipulado continúa. 

Los mejores facilitadores de células, de hecho, les recuerdan a los del grupo que deben desarrollar relaciones con los no cristianos y luego planificar las actividades de alcance celular. Recuerdo hablar en una iglesia de las Asambleas de Dios en Vero Beach en la que los grupos celulares estaban trabajando activamente en ayudar a otros y en animar a sus miembros a desarrollar relaciones con no- cristianos. He oído muchos testimonios del poder que tiene ayudar a través de la célula. Pronto me enteré que el pastor principal no sólo hablaba de la evangelización, sino que regularmente pasaba el rato en el restaurante local con el único propósito de conocer a los no cristianos. Vivía lo que él quería que los demás siguieran y las células en esa iglesia dieron mucho fruto. El evangelismo era una parte natural de su propia vida y su celo se propagó por toda la iglesia.

El evangelismo relacional funciona mejor cuando el grupo está orando. Entré en una casa de un anfitrión y vi una  mini-pizarra blanca en la sala. El líder me dijo que el grupo celular había comprado la pizarra con el único propósito de escribir los nombres de los no cristianos y luego orar evangelísticamente por ellos. Noté que varios nombres habían sido tachados de la lista. El líder me explicó que Dios estaba contestando milagrosamente la oración. Los miembros del grupo crecieron en su fe al ver la respuesta de Dios a la oración y eran animados a seguir orando y testificando.

No todos los miembros se emocionan con la idea de ayudar. Algunos aborrecen la idea. Nunca olvidaré la resistencia que enfrenté de parte de un miembro del grupo que dijo: “Vine a este grupo para tener camaradería, no para evangelizar. Quiero conocer a las personas—no invitar a otros nuevos al grupo”. Sabía que nuestra comunidad crecería hacia el interior y se estancaría, a menos que como grupo hiciéramos un gran esfuerzo por salir de sí y ayudar a otros. Tomé a la pareja aparte después de la próxima reunión y les dije que nuestro grupo tenía el doble enfoque de la comunidad y la de alcanzar a otros, y que la ayuda brindada a través de las células era esencial en el proceso de hacer discípulos. Afortunadamente aceptaron mi exhortación, se quedaron en el grupo, e incluso llegaron a alcanzar a otros en su propio vecindario.

Pescando en Tiempos del Nuevo Testamento

Cuando era adolescente, solía pescar cada año en Ensenada, México. Mi familia acampaba en Estero Beach, y yo encontraba mi lugar favorito sobre una roca cerca de la entrada. Recuerdo que saqué mi carrete con dos ganchos y atrapé dos róbalos de un tamaño decente. Los discípulos, sin embargo, pescaban de manera diferente. Ellos pescaban con redes en lugar de cañas. Marcos dice:

Mientras Jesús caminaba junto al mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaba la red al lago, pues eran pescadores. “Vengan y síganme”, dijo Jesús , “y yo los haré pescadores de hombres”.  Al momento dejaron sus redes y lo siguieron. Cuando se hubo ido un poco más lejos, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan en una barca, remendando las redes (Marcos 1:16-20).

Cuando los discípulos echaron sus redes, lo hicieron como un grupo y dependían los unos de los otros para sacar del agua lo pescado. Cuando Jesús les dijo que él los haría pescadores de hombres, él también estaba pensando en la pesca con redes. Jesús, de hecho, nunca envió a los discípulos a solos—sólo en equipos. Él quería que sus discípulos vivieran el evangelio ante los demás para que los no creyentes pudieran ver sus vidas cambiadas y creyeran en Él.

El evangelismo de grupo quita la presión de una sola persona, y les da a todos la oportunidad de ejercer su fe y de convertirse en discípulos en el proceso. No es la experiencia de una persona que hace el trabajo del ministerio. Más bien se trata de una experiencia compartida. Todos tienen un papel que desempeñar. No es el trabajo del predicador. El éxito no depende del evangelista. De hecho, hay una buena probabilidad de que el visitante se presente por el testimonio silencioso de uno de los más silenciosos del grupo. Los líderes de células sabios entienden esto y empoderan a cada uno en el grupo para hacer su parte.

Cuando todo el grupo patrocina una actividad de alcance (por ejemplo, una película especial, barbacoa, fiesta de té, o algo tan elegante como un partido de  paint ball “tirarse pintura”) cada persona tiene una labor que realizar. Dale Galloway, pionero del ministerio de la iglesia celular en los EE.UU. escribe: “Una vez que la lista [de invitados] se elabora, el equipo comienza a orar por la lista de prospectos, luego a trabajarla—haciendo las llamadas telefónicas y las visitas a los hogares. Esta responsabilidad puede ser compartida con otros en el grupo pequeño”.[i]

Como vimos en el capítulo anterior, la participación personal madura a las personas ya que cada uno se convierte a un sacerdote del Dios vivo. Dios usa la evangelización del grupo grande, como la que se lleva a cabo en las campañas y en los conciertos, pero el peligro está en que pocas personas hagan la mayor parte de la obra, mientras el resto sólo ve y se estanca. En la evangelización del grupo celular, está la responsabilidad compartida, que es fundamental para el crecimiento en el discipulado. Dios desea que cada miembro use sus músculos para alcanzar a otros.

Hablé en una conferencia celular en Sydney, Australia, y el pastor asociado de la iglesia anfitriona, Michael, estaba muy entusiasmado con el evangelismo celular. Él se unió al personal debido a la posibilidad de evangelismo a través del ministerio celular. Anteriormente había formado parte del personal de una gran mega-iglesia en la que cada persona se encargaba de decirles a las demás personas  que vinieran al servicio más grande para que el predicador los pudiera salvar. Michael no estaba de acuerdo. Él creía que cada persona era un ministro y que debía de estar alcanzando a otros y evangelizando. Se salió de esa iglesia porque creía que el evangelismo celular no sólo era más eficaz sino también hacía crecer discípulos en el proceso. Las células en la iglesia anfitriona eran robustas y apasionadas por difundir el mensaje del evangelio a través de toda la ciudad. El pastor Michael jugó un papel importante en el lanzamiento de la visión evangelística.

          Perteneciendo y Luego Creyendo

Mi apellido “Comiskey” es de ascendencia irlandesa, así que cuando viajamos como  familia y visitamos Irlanda en 2007, estábamos deseosos de explorar la zona. La mayor experiencia del viaje para mí fue conocer dónde ministró San Patricio y comprender el impacto que San Patricio tuvo en Irlanda. San Patricio combinó el discipulado con el evangelismo, y su estrategia relacional dio inicio a un movimiento que cambió el mundo.

En el siglo V de nuestra era, cuando San Patricio tenía unos catorce años, fue capturado por los invasores irlandeses y posteriormente llevado como esclavo a Irlanda, donde vivió durante seis años antes de escapar y volver a su familia en Inglaterra. Dios salvó a San Patricio, lo levantó para convertirse en un obispo de la iglesia, y luego lo llamó a volver a Irlanda como misionero. El ministerio de San Patricio fue tan eficaz que no solo convirtió a la mayor parte de Irlanda, sino que Dios usó a la iglesia en Irlanda para enviar misioneros alrededor del mundo.

El modelo de de San Patricio para alcanzar a otros fue altamente relacional, hospitalario, y orientado  a la comunidad. San Patricio y sus seguidores modelaron lo que querían que otros siguieran. Vivían la vida en comunidad, pero esto nunca fue un fin en sí mismo. Nunca perdieron de vista dar de su comunidad. San Patricio y sus seguidores se mudaban a una zona pagana, establecían una tienda en equipo, y se convertían en parte de la comunidad. Trataron de hacer que la iglesia fuera accesible. Ellos tomaron en serio el pasaje en el libro de los Salmos que dice: “Gustad, y ved que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en él”. (34:8) Patricio creía que la verdad se captaba primero y luego se enseñaba.

El movimiento celta de San Patricio se basó en la propia estrategia de evangelización de Cristo en Juan 17, donde él les dice a los discípulos que el mundo conocerá y creerá por la unidad que vea en ellos.  De hecho, la banda de creyentes de San Patricio habló mucho sobre el amor y la unidad dentro de la Trinidad, y utilizaron el trébol de tres lados para explicar la Trinidad. Las bandas evangelísticas sabían que sus propias vidas debían reflejar el carácter de Dios si querían ganar a los irlandeses que aún no habían sido alcanzados.

San Patricio enseñó que pertenecer viene antes de creer. Invitaron a los que andaban buscando algo a unirse a su comunidad y participar en ella. Los que entraron en el grupo vieron vidas ser transformadas, el amor en acción, y cómo se suponía que los discípulos debían actuar. Los buscadores fueron invitados a ser discípulos de Cristo. Como resultado de esta estrategia, muchos recibieron a Jesús, nuevos grupos se multiplicaron y bandas misioneras se infiltraron en áreas no alcanzadas. El discipulado y alcanzar a otros estaban íntimamente conectados entre sí.

San Patricio inició un movimiento, y lo hizo mediante el desarrollo de relaciones con las personas y comprometiendo su imaginación mediante la utilización de símbolos que ellos entendían. Muchos han hecho comparaciones con el ministerio de San Patricio y nuestra propia situación actual. Al igual que la civilización en los Días de San Patricio, la gente hoy en día está hambrienta de relaciones. Quieren probar a Cristo en medio de ellos, participar en una comunidad, y luego crecer de forma natural en su relación con Cristo.

En realidad, lo que San Patricio logró en sus días fue muy similar a la evangelización en la iglesia primitiva, donde los vecinos podían ver y oír lo que ocurría en las iglesias en las casas. Los incrédulos querían cambiar, se convirtieron en creyentes, y luego crecieron naturalmente como discípulos al participar en una nueva comunidad. Las personas que fueron salvas en esas iglesias en las casas fueron inmediatamente conocidas por el resto de los miembros, se convirtieron en parte de una nueva familia, fueron capaces de ejercer sus dones y talentos, y por último, crecieron hasta convertirse en fuertes discípulos de Jesucristo.

Las iglesias han pasado horas y horas tratando de encontrar la manera de conectar “el dar seguimiento” con el evangelismo. El problema es que el primer paso se ha divorciado del segundo paso. El modelo relacional ofrecido por San Patricio y las iglesias primitivas en las casas  trajo a las personas a la comunidad, les permitió ver el cambio, y el discipulado ocurrió de forma natural en el proceso.

Las relaciones de amor son atractivas para el mundo. Jesús, de hecho, nos dijo que nuestro amor el uno por el otro atraería a un mundo incrédulo a él. A medida que la iglesia se ama los unos a los otros, las personas se sentirán atraídas por Jesús, se convierten en discípulos, y luego repetirán el proceso de hacer más discípulos.

Compartir de Manera Natural en el Grupo

A menudo cuento la historia de Dora, una señora en nuestro grupo celular en Ecuador. Los padres de Dora no eran creyentes. A menudo compartía con el grupo sus dudas acerca de la religión. La gente la escuchaba, la amaba, y la animaba a ir directamente a Dios con sus dudas. Un martes por la noche en diciembre, mostramos la parte de la película “Jesús” en nuestra casa como algo especial de Navidad. Dora estaba con nosotros, junto con otros que se encontraban buscando algo. Dora estaba acostumbrada a decir lo que pensaba en el grupo y se sentía cómoda con todos los presentes. Después de mostrar la presentación, de repente Dora exclamó: “Estoy confundida”. Todo el mundo se sorprendió, pero nosotros simplemente amábamos a Dora y nos preocupábamos por ella como parte de nuestra familia.

Una semana más tarde, Dora recibió a Jesús en nuestra casa. Dios usó a mi esposa Celyce para encaminar a Dora a Jesús, pero mi esposa era solo un instrumento. Todo el grupo celular participó en la conversión de Dora y en su seguimiento. Cada miembro del grupo creció como discípulos de Cristo tanto como Dora a través de ser amigos de Dora, dándole testimonio, orando por ella, y luego dándole la bienvenida a la nueva familia de Dios.

Dora maduró con el tiempo, y empezamos a ver sus dudas desvanecer. Con el tiempo, ella estaba evangelizando a otros a través de la oración y conectándolos con la célula. Ella comenzó a asistir a nuestros servicios de celebración más grandes el domingo, y tuve el privilegio de bautizarla delante de cientos de personas. Completó el equipamiento para el discipulado (más en el capítulo 8) y en el grupo celular la vimos crecer y madurar mientras ella desarrollaba una profunda relación con Dios y con los demás. Con el tiempo, ella y su prometido Pablo, comenzaron su propio grupo celular rescatando a otras personas “confundidas” y llevándolas a una nueva familia de fe.

En el ambiente del grupo pequeño, los no cristianos pueden hacer preguntas, compartir sus dudas, y hablar de su propia travesía espiritual. Compartir abiertamente da a los incrédulos un nuevo sentido de esperanza, mientras se dan cuenta de que los cristianos tienen debilidades y luchas también. Más que una explicación, el “evangelio” en el grupo pequeño se ve y se siente. El Espíritu Santo es el que convence. [ii] El Dr. Peace, Catedrático de evangelismo por muchos años en el Seminario Fuller, escribió el libro, Small Group Evangelism (El Evangelismo del Grupo Pequeño). Peace cree que el grupo pequeño es el lugar ideal para evangelizar y para conservar el fruto de la evangelización. Peace escribe:

… en un grupo pequeño exitoso, el amor, la aceptación y la camaradería fluyen en una medida inusual. Esta es la situación ideal para escuchar acerca del reino de Dios. En este contexto, los “hechos del evangelio” vienen a través de la proposición no tan fría, sino como verdades vivas, visibles en las vidas de los demás. En un ambiente así una persona se siente irresistiblemente atraída por Cristo, por su amable presencia.[iii]

Los salvados por medio de este entorno natural continúan creciendo a través de las relaciones que ya han establecido. Se convierten en discípulos en el proceso normal de ser parte de la nueva familia de Dios.

La realidad es que con frecuencia los no cristianos se mantienen alejados de las iglesias, porque tienen la idea errónea de que deben ser lo suficientemente buenos para ser cristianos. Han conocido cristianos que fallaron cumpliendo con las normas bíblicas y han visto la falsedad en las iglesias y los medios de comunicación cristianos. Los incrédulos desean conocer, ver y oír a la gente que está en una travesía, luchando con Dios cada día, sin temer hablar de los conflictos matrimoniales, y que están dispuestos a compartir el poder de Cristo para cambiar a otras personas. Estos mismos no cristianos son refrescados cuando van a una comunidad de personas honestas que están dispuestas a compartir sus luchas con el pecado y su dependencia con el Dios vivo. Este tipo de autenticidad a menudo gana a los no creyentes a la fe cristiana.

Los miembros de la célula también cobran vida en su fe y crecen como discípulos en la presencia de los no cristianos. El apóstol Pablo estaba hablando de una iglesia en una casa en 1 Corintios 14:23-25 cuando menciona a un no creyente entrando en la habitación. Pablo dice:

Así que, si toda la iglesia se reúne y todos hablan en lenguas, y entran algunos que no entienden o no creen, ¿no dirán que ustedes están locos? Pero si uno que no cree o uno que no entiende entra cuando todos están profetizando, se sentirá reprendido y juzgado por todos,  y los secretos de su corazón quedarán al descubierto. Así que se postrará ante Dios y lo adorará, exclamando: “¡Realmente Dios está entre ustedes!”

Cuando la Escritura dice: “todos están profetizando”, significa literalmente que todo el mundo participaba. En esas iglesias primitivas en las casas, todo el mundo estaba involucrado. La palabra profecía en este pasaje se refiere a cada persona ministrando o hablando a la vida del  no creyente que entraba en la casa.

Cuando el no creyente entraba en la habitación de los seguidores de Cristo, la profecía comenzaba a fluir de manera natural mientras cada creyente anhelaba ministrar a las necesidades del visitante incrédulo. El poder de Dios se manifestaba en medio de ellos, moviéndose primero en medio de los creyentes transformados y luego desbordándose entre los perdidos que se encontraban entre ellos.

Y  así mismo es hoy en día. Los grupos celulares cobran vida cuando un incrédulo asiste. Los miembros ejercitan sus dones de una manera nueva y fresca. Los creyentes ministran a los no creyentes, y los no creyentes dan a los creyentes una razón para el ministerio. Los dones espirituales cobran vida cuando esta mezcla se junta. Hay un nuevo deseo de servir y dar a los demás. A medida que el mundo contempla este tipo de amor práctico y de unidad en acción, Cristo nos dice que van a ser ganados para él. Ellos no sólo escucharán el evangelio, sino que verán el evangelio vivido. Y al final el resultado será más y mejores discípulos.

[i] Dale Galloway, The Small Group Book (El Libro del Grupo Pequeño) (Grand Rapids, MI: Fleming H. Revell, 1995), p. 122.

[ii] John Mallison, Growing Christians in Small Groups (Haciendo Cristianos en los Grupos Pequeños) (Londres: Scripture Union, 1989), p. 9.

[iii] Richard Peace, Small Group Evangelism (Evangelismo del Grupo Pequeño) (Pasadena, CA: Seminario Teológico Fuller, 1996), p. 36.