by Mario Vega
The church’s history shows an oscillating behavior between movements and institutionality. Movements of God count on the dynamism, expansion and freshness. In contrast, when the movement comes to be institutionalized, its dynamism ceases and acquires less flexible structures that continue to last over time. The danger of the institution is that it can become dry and and demand a new movement to awake it.
Up until now, the cellular work has preserved the characteristics of a movement. But little by little, it is institutionalizing. This is not necessarily negative since the institution allows the values of the movement to systematize and be preserved over time. But there is also the risk that the institution will dry up and become another pious tradition.
How can we ensure that despite the necessary institutionalization the cell work may preserve the freshness of the movement? The only way is by maintaining a balance between two key two elements. This is easily said but difficult to put into practice.
The key lies in maintaining a balance that can only be given by the Word of God and the Holy Spirit. It is not about a human calculation but of dependence on God that directs His work wisely. Every institution that becomes dry at some point breaks away from its dependence on God.
The cell work will retain its freshness only when the Word of God and the Holy Spirit remain as the center. The Holy Spirit will enlighten His people to interpret His word in each new circumstance of life. The relevance of the Word will go hand and hand with the Holy Spirit’s illunimation. We must maintain an attentive ear to God’s Word and stay in communion with God. In this way we will find the key for the cell movement to retain its dynamism and conquest.
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Mario
Translation in Spanish
Preservando la frescura del movimiento.
La historia de la iglesia muestra un comportamiento pendular entre el movimiento y la institucionalidad. El movimiento cuenta con el dinamismo, la expansión y la frescura. En cambio, cuando el movimiento llega a institucionalizarse, su dinamismo cesa y adquiere estructuras menos flexibles pero más perdurables en el tiempo. Esa institución corre el peligro de volverse seca y demandar el sacudimiento de un nuevo movimiento de despertar.
Hasta hoy, el trabajo celular ha conservado las caractersticas de un movimiento. Pero, poco a poco, va institucionalizándose. Esto, no necesariamente es negativo ya que la institución permite que los valores del movimiento se sistematicen y se conserven en el tiempo. Pero, también existe el riesgo que la institución llegue a secarse y se convierta 1en una tradición piadosa más.
¿Cómo podemos lograr que a pesar de la necesaria institucionalización el trabajo celular conserve la frescura del movimiento? La única manera es conservando un equilibrio entre ambos elementos. Esto se dice fácil, pero es difcil el llevarlo a la práctica.
La clave se encuentra en conservar un balance que solamente lo puede dar la Palabra de Dios y el Espritu Santo. No se trata de un cálculo humano sino de una dependencia de Dios que dirige su obra de manera sabia. En realidad, la institución que llega a secarse es aquella que en algún momento rompió su dependencia de Dios.
El trabajo celular conservará su frescura solamente cuando la Palabra de Dios y el Espritu Santo sigan siendo el centro de todo este movimiento. El Espritu Santo iluminará a su pueblo para interpretar su Palabra en cada nueva circunstancia de la vida. La pertinencia de la Palabra será expresión de los caminos que el Espritu abra.
Esta obra solamente podrá ser percibida por aquellos que con odo atento conserven su comunión con Dios y, all, se encontrará la clave para que el movimiento celular conserve su dinamismo y conquista.
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