by Keith Bates, www.new-life.org.au; www.facebook.com/groups/cellchurches
I have the great privilege of pastoring a church of introverts. That’s an exaggeration, because we do have a few outgoing types. By and large most people in our church really are happy among themselves and would just as readily stay at home than go to parties.
So I know that when we start thinking about reaching the lost, it’s going to be a stretch for most of us, including myself. You can be sure that street preaching will not be on anybody’s radar, unless by a major miracle of the Holy Spirit.
I’ve found over the years that planning for evangelism actually brings us closer to Christ and causes us to grow deeper in our faith. For that reason alone, it is like a spiritual discipline that grows us.
I encourage every cell group to have a prayer list of people for whom we believe the Lord wants us to intercede. I ask the members to pray about who they should put on the list. Then we draw up a common list so that we are praying for a dozen or so people in our private prayers as well as when we meet as a group.
Planning an outreach also requires prayer for what we should do, whom we should invite, the weather, and courage to invite someone.
Because Satan is committed to hinder us from reaching out, he and the demons will resist the entire evangelistic process. It seems like every demon in creation gets between us and the person to be invited. Finally we take that leap of faith and ask them to come to the event.
The event happens and hopefully it’s been a good experience for everyone involved. Then we go home and remember the conversations and realize that there were twenty opportunities to share the gospel, but we didn’t take them. But maybe next time we will be more mindful of the nudges from the Holy Spirit.
The next week the friend mentions how much she enjoyed the picnic/ barbecue/ walk and was pleasantly surprised that the Christians weren’t quite as weird as she had expected.
Without realizing it, the whole process of evangelism makes us grow in our dependence on the Holy Spirit. By the grace of God we helped them become one step closer to the kingdom, and in the process we became much closer to the king.
As my youngest son says, “It’s win-win!â€
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Keith
Spanish blog:
El Evangelismo nos cambia.
Por Keith Bates, www.nuevo-life.org.au; www.facebook.com/groups/cellchurches.
Tengo el gran privilegio de pastorear una iglesia de introvertidos. Eso es una exageración, ya que tenemos varios tipos de personas. En general la mayora de la gente en nuestra iglesia realmente son felices entre ellos y se mantienen con la misma facilidad en sus casas sin necesidad de ir a fiestas.
As que sé que cuando empezamos a pensar en alcanzar a los perdidos, va a ser un tramo muy estrecho para la mayora de nosotros, incluyéndome a m. Usted puede estar seguro que la predicación en la calle no estará en el radar de nadie, a no ser por un gran milagro del Espritu Santo.
Me he dado cuenta que en los últimos años la planificación del evangelismo nos ha acercado a Cristo y nos hace crecer profundamente en nuestra fe. Por esa sola razón, es como una disciplina espiritual que nos hace crecer.
Animo a todos los grupos celulares a tener una lista de oración de personas que creemos que el Señor quiere que nosotros intercedamos. Pido a los miembros que oren por quienes deben poner en la lista. Luego elaboramos una lista común de modo que estamos orando por una docena de personas en nuestras oraciones privadas, as como cuando nos reunimos como grupo.
La planificación de alcance también requiere oración por lo que debemos hacer, a quien debemos invitar, el clima, y el valor para invitar a alguien.
Debido a que Satanás se ha comprometido a impedirnos llegar, él y los demonios resistirán todo el proceso de evangelización. Parece que todos los demonios de la creación se interponen entre nosotros y la persona que se invita. Finalmente tomamos ese salto de fe y pedimos que vengan al evento.
El evento ocurre y espero que sea una buena experiencia para todos los involucrados. Luego nos vamos a casa y recordamos las conversaciones y nos damos cuenta de que haban veinte oportunidades para compartir el evangelio, pero no las aprovechamos. Pero tal vez la próxima vez vamos a ser más conscientes de los codazos del Espritu Santo.
La próxima semana la amiga menciona lo mucho que disfrutó del picnic/barbacoa/caminata y me sorprendió gratamente que los cristianos no eran tan raros como ella esperaba.
Sin darse cuenta, todo el proceso de la evangelización nos hace crecer en nuestra dependencia del Espritu Santo. Por la gracia de Dios, hemos ayudado a convertirse en un paso más hacia el reino, y en el proceso nos acercamos mucho más al rey.
Como dice mi hijo menor: “¡Es ganar-ganar!”
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Keith
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